jueves, febrero 02, 2006

CUARTO DE JUGUETES

CUARTO DE JUGUETES

El osito se levanto del sillón cuando la puerta se cerró.
Observó curioso, a ambos lados de la inmensa habitación de paredes azules oscuras o negras, muy bien no se veía...
“¿Cómo había llegado hasta allí?” Se pregunto el oso.
La oscuridad de la noche lo envolvía como si fuera una presa en el poder de la telaraña.
Se sintió inseguro.
Quería escapar. Volver a su vida de antes, de bosques frondosos, de cuevas y de miel. Él era un oso joven, no más de tres años de vida, aun le quedaba mucho por delante.
Su cuerpo le dolía
¿Que hacia él en esa casa, o era solo una habitación?
De chico aprendió a no confiar en los humanos
“Humano es igual a cazador”, le decía su madre, “aléjate de ellos o cuando seas mayor hazles frente esperando la muerte”.
Pensó un instante el osito, se miro sus patas y se dijo a sí mismo en su idioma osezno “tengo hambre”.
¿Que habrá mas allá de la puerta?
Un nuevo paraíso de flores y avellanas, de pájaros que corres como si fueran plumas llevadas por el viento.
Se detuvo... sus piernas estaban débiles
No podía caminar... sentía hambre... sed... temor
Eso era, sentía horror por lo que pasaba.
Él era solo un osito.
Y su mundo había conspirado contra él cuando lo dejo abandonado en esa casa que no se entendía de quien podía llegar a ser. ¿De una familia bondadosa? ¿Capaz que de un cazador?... Eso es, esto es el hogar de un cazador furtivo sediento de sangre, con grandes colmillos como se lo había imaginado de niño.
Pero el osito era un cachorro, no tan chico pero siguiendo la naturaleza aun necesitaba de la protección de sus padres.
Así que haciendo un esfuerzo mayor pudo arrastrarse hasta la puerta, el dolor que sentía por su cuerpo era grande pero no le impediría escapar. Aun tenia vida para luchar hasta el final, no se dejaría ganar.
Avanzo, avanzo y avanzo, llego a la puerta y deslizándose lentamente como en una repetición a cámara lenta de una jugada de gol en un partido de domingo pudo llegar a ponerse en posición vertical.
Tanteo con sus patas una deformidad de la pared, y sin darse cuenta encendió la perilla de la luz. La habitación se ilumino y la majestuosidad del lugar dio rienda a la imaginación desbordante del oso.
Era un cuarto de juguetes, lleno de pequeños muñecos, camiones, aviones, luces y colores... la magia reinaba en ese lugar. El sol se había metido en cada rincón de esa habitación.
El osito miraba maravillado por tantas bellezas, entonces se derrumbo... cayo al piso nuevamente... el dolor era muy grande.
“Seguro que estoy en el cuarto de los cachorros del cazador, que apiadándose de mí, impidieron que su padre me hiciera pasar a la otra vida”, pensó el osito, “seguro que me cuidaran, me darán de comer y me trataran como a un rey”, así imaginando de por vida que seria feliz el osito se arrastro nuevamente hasta el sillón pero no pudo subirse... dolía mucho.
En eso sintió pasos.
“Son ellos”- se dijo el osito- “me vienen a buscar y a darme de comer”- se ilusionó nuevamente. La puerta se abrió.
Dos pares de pies se asomaron por la misma.
La incertidumbre rondaba por la cabeza del osito.
Incertidumbre y certeza de que nada malo pasaría.
Que pronto sanaría y seria libre de nuevo
La paz rondaba por su mente y por su ser sin movimiento, esperando que esos pies decidieran a hacer lo suyo.
Fue entonces que los pies hicieron la acción esperada, conjuntamente con unas manos que lo tomaron, y lo depositaron bruscamente en el suelo... osito no gritó, tenia miedo ahora.
Los pies se deslizaron sobre su espalda, lentamente y luego más rápido, mientras una voz desde arriba de osito se preguntaba “¿Cómo habrá llegado esta piel de oso al suelo?”

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